Confianza



 


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PRISIONERO: CONFIANDO EN DIOS

En los primeros d�as de la Segunda Guerra Mundial los japoneses tomaron prisionero al doctor Theron Rankin, que era misionero Bautista en China. Entonces qued� separado de todos sus seres amados: familiares y amigos, y fue despojado de todas las cosas que eran de su propiedad personal. No ten�a esperanzas de que alguien la protegiera, ni siquiera un gobierno amigo del de su pa�s: Los Estados Unidos de la Am�rica del Norte. Todo lo que pod�a hacer era confiar en Dios, Cristo y en el Esp�ritu Santo; �nico que ten�a eran las promesas de las tres Divinas Personas. Muchos meses despu�s un barco neutral sueco, el Chripsholm, llev� al doctor Rankin a su patria. M�s tarde dijo que cuando no ten�a m�s en quien confiar, sino en Dios, en Cristo y en el Esp�ritu Santo, su actitud hacia sus captores japoneses cambi�, y desapareci� el temor que antes hab�a tenido.

 

CONFIANZA EN NUESTRO DIOS VIGILANTE

Se cuenta que en cierta ocasi�n una pobre mujer demandaba del sult�n de Turqu�a una indemnizaci�n por la p�rdida de su propiedad.

--�C�mo la perdiste? –se le pregunt�

--Me dorm� y los ladrones vinieron y me robaron.

--Pero �Por qu� te dormiste? –le pregunt� el sult�n.

--Me dorm�, porque cre� que vos estabais despierto.

Al sult�n le agrad� aquella respuesta y la confianza que en su gobierno expresaba, y orden� que se le pagase lo que hab�a perdido.

Se espera que los gobiernos humanos vigilasen en inter�s de sus gobernadores; pero multitud de veces fracasan.

No as� el gobierno de Dios. Jam�s duerme.

 

"CONFIA, PABLO"

Seguramente Pablo se sent�a chasqueado y desanimado mientras estaba en la prisi�n, en Jerusal�n. Hab�a venido a Jerusal�n lleno del deseo de dar testimonio a los jud�os; pero en cambio estaba en la prisi�n, adolorido de cuerpo y de esp�ritu, por el odio de su propio pueblo.

El Se�or lo anima: (1) con su presencia, y (2) con su palabra de consuelo: Tambi�n ten�a que ir a Roma a dar testimonio del Se�or.

 

LA CONFIANZA DE UN NI�O IMPOTENCIA DE SATANAS

Un jovencito fue a ver a su pap� y present�ndose ante �l con mucha serenidad, le dice:

--Pap�, �es Satan�s m�s grande que yo?

--S�, hijo m�o –dijo el pap�.

--�Es m�s grande que t�, pap�?

--S�, hijo m�o, es m�s grande que yo.

El ni�o estaba muy sorprendido; pero pens� otra vez, y dijo: --�Es m�s grande que Jes�s?

--No, hijo m�o –contest� el pap�--, Jes�s es m�s grande que �l. El peque�uelo al separarse dijo sonriendo:

--Entonces no le tengo miedo.