|
|
|
![]() |
LA
PLEGARIA DEL ÁRBOL
|
Tú
que pasas y levantas contra mí tu brazo, antes de hacerme mal, mira mi bien.
Yo
soy el calor de tu hogar en las noches frías de invierno.
Yo
soy la sombra amiga que te protege contra el sol estival. Mis frutos sacian tu
hambre y calman tu sed.
Yo
soy la viga que soporta el techo de tu casa, la cama en que descansas.
Yo
soy el mango de tus herramientas, la puerta de tu casa.
Cuando
naces, tengo madera para tu cuna; cuando mueres, en forma de ataúd yo te acompaño
al seno de la tierra.
Yo
soy pan de bondad y flor de belleza.
Si me amas, como merezco, defiéndeme contra los insensatos.
![]() |
NO
SOLAMENTE LISTO A SUFRIR POR CRISTO, SINO A MORIR POR EL
|
En
Munich, en 1527, Jorge Wagner fue puesto en la prisión por causa de su religión,
y se usaron con él todos los medios para hacer que se retractara.
Cuando estaba en el camino al patíbulo, la procesión se paró delante
del Palacio para escuchar la lectura de sus herejías, y uno de los teólogos le
preguntó: --Jorge, ¿no tiene miedo de morir? ¿no le producirá gozo volver
con su esposa y sus niños? El replicó: --¿A quién prefiero más bien ir? --¡retráctese
y podrá volver a ellos! –gritó imperativamente su interlocutor.
Antes
de llegar a la hoguera, se encontró con su esposa y sus niños, quienes le
rogaron que se retractara y volviera con ellos; pero él contestó: --Mi familia
es tan preciosa para mí que todas las riquezas del Duque no podrían comprarla;
pero de ella me separo por el profundo amor que tengo a Dios.
El
teólogo le preguntó: --¿Verdaderamente cree en Dios tan profundamente como ha
dicho? –Sería muy difícil ir a una muerte tan terrible si no tuviera esta
fe.
Un sacerdote ofreció decir misa por él después de su muerte, y Jorge replicó: --Orad por mí ahora: que Dios me dé paciencia, humildad y fe, porque después de la muerte no necesito oraciones.
![]() |
LA
RESTITUCIÓN QUE HIZO UN HACENDADO
|
Una
vez un pastor de cierta ciudad de los Estados Unidos fue instrumento en las
manos de Dios para llevar a un
hacendado a los pies de Cristo.
Pero el hacendado había cometido algunas malas acciones en su vida
pasada, las cuales quería enmendar. Había robado en alguna forma y era
necesario hacer confesión y restitución, lo cual era difícil.
El hacendado pidió al pastor que lo acompañara para ir con sus vecinos
confesando sus malas acciones y haciendo las restituciones del caso.
El pastor aceptó la invitación, y más tarde declaró que cuando
alguien empezaba a criticar al hacendado, el predicador pronunciaba un sermón
apropiado.
Este
mismo hacendado salió una noche muy fría de invierno y cuando vio al policía
que estaba patrullando la zona que le correspondía en un suburbio de la ciudad,
el hacendado se acercó y al mismo tiempo que caminaba con el policía le habló
acerca del futuro de su alma hasta que las lágrimas brotaron de los ojos del
policía.
Juan el Bautista predicó en lugares extraños, y algunas veces nosotros podríamos hacer un trabajo eficaz por Cristo si tuviéramos el celo que caracterizó a Juan el Bautista para predicar en cualquier lugar.
![]() |
HUELLAS
DEL CREADOR
|
Un
europeo incrédulo viajaba por África, y una madrugada encontró a uno de los
guías de la caravana abismado en la oración.
Le preguntó con cierta ironía: --¿Y cómo sabes tú que realmente
existe Dios? El árabe le dio esta magnífica respuesta: --Mirando la arena del
Sahara descubro por las huellas, si un hombre o una fiera pasó por ahí.
De la misma manera, si veo el mundo, por las huellas que en él descubro
adquiero la certeza de que por allí pasó Dios”.