Salvaci�n

 
 

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Lista de ilustraciones sobre la Salvaci�n:

  1. ES CUESTI�N DE VIDA

  2. LA PAR�BOLA DEL RELOJERO

  3. CAMBIOS OBRADOS POR LA VENIDA DEL SALVADOR

 

ES CUESTI�N DE VIDA

Una persona cuenta lo siguiente: Durante mis vacaciones estaba yo veraneando en una costa pintoresca cuyas pe�as ba�an sus pies en el mar, y ofrecen cuevas preciosas en que puede uno disfrutar a sus anchas, al abrigo del calor, las bellezas y el esplendor del Oc�ano.

Cierto d�a, absorto en la lectura de un libro, hab�a permanecido mucho tiempo a la entrada de una de esas cuevas, sin pensar en el flujo de la marea que iba subiendo.  De repente not� que era preciso no s�lo dejar el lugar, sino irme corriendo para librarme de un ba�o forzoso, y tal vez de ser pasto de los peces. Las puntas diseminadas de la roca iban desapareciendo.  El agua sub�a r�pidamente y pronto todo estar�a cubierto hasta el pie de la larga pared perpendicular de roca, por lo cual era imposible trepar.  No hab�a que perder un momento y sin vacilar part� como una saeta.  Pero acord�ndome de que mi libro hab�a quedado en la cueva hice alto para volver atr�s, cuando lleg� a mis o�dos este grito: �Corra usted �por su vida! No hay un instante que perder�. Obedec�, y dejando mi tesoro corr�  otra vez para salvarme.  La lucha contra las olas y la arena inundada empezaba.  El viento soplaba tambi�n y me daba con fuerza en el rostro.  Mi sombrero se escapaba; maquinalmente trat� de asegurarlo en mi cabeza.  La misma voz exclam�: ��D�jelo todo! No piense sino en salvar su vida�. Lo abandon� al viento... Mis botas se iban llenando de agua; se hicieron tan pesadas que me arrastraba en lugar de saltar.  Mis fueras se iban agotando.   M�s estridente o� la voz: ��D�jelas; qu�teselas!� Logr� quit�rmelas, y poni�ndomelas bajo el brazo ech� a correr�.  ��No! �T�relas! Es cuesti�n de vida!�. Las dej� caer y segu�. Los guijarros no resistir�a mucho y grite: ��Qu� har�?� �Ya voy�, dijo la misma voz, y un brazo robusto cogi� el m�o. El amigo desconocido me ayud� y juntos subimos la roca. Pronto me hall� en lo alto del pe�asco respirando con fuerza y considerando el tremendo peligro del que acababa de salvarme; esto me hizo pensar en el peligro de la condenaci�n divina a que est�n expuestas nuestras almas.  �Qu� es menester hacer para salvarme? Creer en Cristo y confiar en Dios.

 

LA PAR�BOLA DEL RELOJERO

Si en ti hay algo radicalmente malo, algo que requiere un cambio radical y t� no puedes lograr este cambio; y si s�lo Dios puede hacerlo, s�guese que: o Dios har� esta obra en ti sin tu ayuda, o la har� con tu consentimiento.  Y por cierto Dios nunca salva al hombre sin su consentimiento.

El hombre no es una m�quina. Si tengo un reloj que no marca bien la hora, lo llevo al relojero, en cuyo caso desarma, encuentra la falta y la remedia, siendo el reloj completamente pasivo.  Cualquier otra clase de m�quina se rapara de la misma manera. Pero el hombre fue hecho a la imagen de Dios, y esta imagen queda en parte en el hombre a�n despu�s de la ca�da, en su poder de pensamiento y en el libre albedr�o.  Digo con gran reverencia que Dios respeta a las criaturas de su creaci�n, y en consecuencia de ello no trata a los seres humanos como si fuesen m�quinas.

El creador respeta la mente, capaz de pensar; el coraz�n, capaz de amar; la conciencia, capaz de juzgar; la voluntad, capaz de escoger. Por lo tanto nos presenta la salvaci�n como algo que se puede escoger y aceptar: no la puedes ganar, o conseguir por tu esfuerzo; pero la puedes tomar por fe; y nunca ser� tuya si no la tomas as�.

 

CAMBIOS OBRADOS POR LA VENIDA DEL SALVADOR

Cuando en 1885 se celebr� el jubileo de una de las misiones inglesas en las islas Fiji, el Reverendo James Calvert dijo que al principio de esos cincuenta a�os no hab�a ni un solo cristiano en todas las islas Fiji, pero que para esa fecha, (1885) no quedaba ni un solo pagano.  No solamente se hab�a extinguido el canibalismo, sino que hab�an desaparecido otras costumbres crueles y b�rbaras.

El doctor D. Coe Love, que hace poco se retir� despu�s de trabajar cuarenta a�os como misionero en Camer�n, �frica Occidental, dice: �Hemos visto cambios tremendos en la vida de los hombres y de las mujeres. En la actualidad cuando muere alguna persona en el barrio los que se re�nen cantan himnos sagrados, leen las Escrituras y oran, lo cual es completamente diferente de lo que hac�an antes, pues lloraban y gritaban y se revolcaban en la tierra y en la ceniza y torturaban a las mujeres por causa de una muerte.

�En la actualidad los hombres cultivan caf�, cacao, palmas, y trabajan en las oficinas y en otras avenidas de servicio y no dedican su tiempo a estar sentados y platicando todo el d�a comprando y vendiendo mujeres.  Estos y otros cambios se deben al hecho de que Cristo, el Salvador de los hombres, ha sido recibido por estas gentes.  Cristo es el que cambia a las personas, pues hace que los hombres y las mujeres nazcan de nuevo.