Esperanza

 
 

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Lista de ilustraciones sobre el Esperanza:

  1. CUANDO EN EL CIELO PASEN LISTA

  2. EL OTRO LADO DEL R�O

  3. EL TA�IDO DE LA CAMPANA F�NEBRE

  4. LA CONVERSI�N DE SAMUEL MOODY

  5. LA MUERTE DE D.L. MOODY

  6. LOS CONOCEREMOS

  7. NUESTRA ESPERANZA

CUANDO EN EL CIELO PASEN LISTA

Un soldado que fue herido durante la �ltima guerra estaba moribundo en su catre de campa�a.  De repente el profundo silencio de la noche fue roto por la exclamaci�n: --�Presente! �Presente! �de labios del joven moribundo.

Algunos amigos se acercaron para ver qu� deseaba.

--Escuchen �dijo--. Est�n pasando lista en el cielo.  Unos minutos m�s tarde, pas� a la presencia del Rey.

D.L. Moody

 

EL OTRO LADO DEL R�O

Un pastor que hab�a perdido un hijo pidi� a otro pastor que fuese a predicar en su iglesia.  El hombre, sent�a muy poco inter�s por la gente que viv�a en la otra orilla, hasta que se le cas� una hija, que fue a vivir en el otro lado. Desde entonces, todas las ma�anas el pastor iba a su ventana, miraba hacia el pueblo que estaba en la otra orilla, y sent�a gran inter�s por toda la gente que viv�a all�.

Refiri�ndose al colega que hab�a perdido un hijo, dijo: �Creo que como el ni�o ha cruzado el r�o, el padre ha de tener m�s amor al cielo que nunca antes�.

Pongamos nuestros afectos en la otra orilla del r�o.  No es m�s que un paso.  Pronto estaremos en el cielo.

D.L. Moody

 

EL TA�IDO DE LA CAMPANA F�NEBRE

Bien recuerdo que en mi pueblo era costumbre, cuando un cortejo f�nebre sal�a de la iglesia, que la campana sonase tantas veces como a�os hab�a vivido el muerto.  �Con qu� ansiedad contaba yo los ta�idos para ver cu�ntos a�os pod�a yo seguir viviendo! Cuando sonaba setenta y ochenta veces yo suspiraba aliviado al pensar que me quedaba mucho tiempo. Pero otras veces los ta�idos eran muy pocos y entonces el terror se apoderaba de m�, cuando pensaba que yo tambi�n podr�a, dentro de muy poco,  ser apresado por aquel monstruo tan temido, la Muerte.  La muerte y el juicio eran una fuente constante de espanto hasta que llegu� a comprender que ninguno de los dos tendr� la menor influencia sobre un hijo de Dios.

D.L. Moody

 

LA CONVERSI�N DE SAMUEL MOODY

Creo que nunca he amado a ning�n hombre m�s que a mi hermano Samuel.  Lo amaba mucho, tal vez porque era enfermo, y �oh! �c�mo deseaba llevarlo a Cristo!

Al terminar una predicaci�n una noche, ped� a los que desearan tomar la cruz y seguir a Cristo que se pusieran de pie.  Me llen� de alegr�a ver que se puso de pie mi hermano. Parec�a ser la noche m�s feliz de mi vida. Despu�s, mi hermano y yo trabajamos juntos un tiempo, y en el verano sal�amos a caminar y a conversar acerca de nuestro viejo hogar.

Despu�s de un a�o, fui a Chicago, en donde �l debia encontrarse conmigo m�s tarde. Pero me lleg� un telegrama que dec�a, �Samuel falleci�.�  Viaj� mil quinientos kil�metros para a sistir a su sepelio, y lo que me dio m�s consuelo fue el vers�culo: �Y yo le resucitar� en el d�a postrero.� Y  cuando vi el rostro de mi hermano, me vinieron las palabras del Se�or: �Resucitar� tu hermano.�

D.L. Moody

 

LA MUERTE DE D.L. MOODY

Si alguna vez os dicen que D. L. Moody ha muerto, no lo cre�is. Ha subido m�s arriba, eso es todo.  Ha dejado esta vieja casa de barro, para entrar a una casa inmortal, un cuerpo que no puede ser afectado por la muerte ni contaminado por el pecado, un cuerpo hecho a la imagen del glorioso cuerpo del Se�or.

D.L. Moody

 

LOS CONOCEREMOS

Me contaron acerca de una ni�a que hab�a perdido a la madre en su m�s tierna infancia.  No se acordaba de ella, y ni siquiera conservaba una fotograf�a. Pero ya grande se enferm� gravemente, y estando moribunda se le ilumin� el rostro.  Parec�a que ve�a a la madre y exclam�: --�Oh! �Mam�!

Creo que cuando yo lo vea a mi Maestro, he de conocerle. Tengo idea de que cuando vea a Mois�s y a los profetas,  a los Patriarcas, a los Ap�stoles, he de conocerlos.  Me pregunt�is c�mo. No s�.

D.L. Moody

 

NUESTRA ESPERANZA

Una hermosa ni�a de quince a�os se enferm� repentinamente, quedando casi ciega y paralizada.  Un d�a escuch� al m�dico de cabecera, mientras le dec�a a sus padres: --Pobre ni�a; por cierto que ha vivido ya sus mejores d�as.

--No, doctor �exclam� la enferma--, mis mejores d�as est�n todav�a en el futuro. Son aquellos en los cuales he de contemplar al Rey en su hermosura.

Esa es nuestra esperanza.  No seremos aniquilados.  Cristo resucit� de entre los muertos como garant�a de que nosotros tambi�n resucitaremos.  La resurrecci�n es el gran ant�doto contra el temor de la muerte.  Nada puede reemplazarla.   Las riquezas, el genio, los placeres mundanales, no nos pueden traer consuelo en la hora de nuestra muerte.  El Cadernal Borgia exclam� al morir: --�En mi vida me he preparado para todo menos para la muerte y ahora, �Ay, de m�! No me encuentro listo!.

Comparemos estas palabras con las de uno de los primeros disc�pulos: �Estoy cansado. Quiero dormir.  Buenas noches�. Estaba seguro de despertar en una tierra mejor.

D.L. Moody