Negligencia

 
 

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Lista de ilustraciones sobre la Negligencia:

  1. EL MIEMBRO NEGLIGENTE

  2. TE HABLA A TI EL SEÑOR

 

EL MIEMBRO NEGLIGENTE

Era la pena del pastor.  En vano le hablaba con amor para ayudarlo a ser más fiel a los cultos.  Pero todo parecía en vano.

Un día, al visitarlo, lo halló sentado ante el fuego del hogar, calentándose.  El pastor, después de saludarlo, se sentó junto a él; y tomando las tenazas se dedicó a tomar todas las ascuas de la hoguera para ponerlas todas separadas unas de otras.  El miembro de la iglesia dejó que el pastor hiciera eso y no le dijo nada.

El pastor preguntó: --¿Qué les sucederá ahora, separadas como están? –Se apagarán,  --contestó el miembro.

Siguió un momento de silencio.  Al fin el hombre habló:  --Soy una de estas ascuas, ¿verdad, pastor?.

--Exactamente –respondió el pastor.

Entonces aquel hermano dijo: --Vamos a orar a Dios, pastor, para que no lo sea más desde este día.  Y desde aquel día este miembro negligente se mostró más fiel a su pastor, a su iglesia, y a su Señor.

 

TE HABLA A TI EL SEÑOR

Después de mucho tiempo una señora volvió a ir al culto con su hijita.  Por causa de su trabajo no podía asistir a los cultos matinales; por eso fue en la noche.  El pastor habló en esa ocasión acerca de la negligencia  de muchos en cuanto al cumplimiento de sus deberes cristianos: No leen la Biblia, descuidan la asistencia a los cultos, etcétera.

La niñita escuchaba atentamente el sermón y, cuando oyó que el pastor hablaba de la incuria de muchos padres, se volvió a su madre y , confiada, le dijo: “¡Mamita! ¿Te habla a ti el pastor?” Estas palabras fueron un flechazo para el corazón de la madre que permaneció callada.  Esa ingenua pregunta de su propia hijita fue para ella un sermón vivo y eficaz.

Sería conveniente que también nosotros tuviésemos a alguien que nos formulara esta pregunta mientas escuchamos el sermón de nuestro pastor.  Sin embargo, tantas veces escuchamos el sermón de un pastor con el fin de criticar, o para oír al orador tras el sermón, o para oír por oír porque estamos con el reloj en la mano calculando el tiempo que tarda.  Sí, es conveniente que nos preguntemos, a veces, durante el culto: “¿Te habla a ti el pastor?” O para ser más exactos preguntémonos así: “¿No te está hablando Dios a ti por medio del pastor?