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EL
MIEMBRO NEGLIGENTE
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Era
la pena del pastor. En vano le
hablaba con amor para ayudarlo a ser más fiel a los cultos. Pero todo parecía en vano.
Un
día, al visitarlo, lo halló sentado ante el fuego del hogar, calentándose.
El pastor, después de saludarlo, se sentó junto a él; y tomando las
tenazas se dedicó a tomar todas las ascuas de la hoguera para ponerlas todas
separadas unas de otras. El miembro de la iglesia dejó que el pastor hiciera eso y no
le dijo nada.
El
pastor preguntó: --¿Qué les sucederá ahora, separadas como están? –Se
apagarán, --contestó el miembro.
Siguió
un momento de silencio. Al fin el
hombre habló: --Soy una de estas
ascuas, ¿verdad, pastor?.
--Exactamente
–respondió el pastor.
Entonces aquel hermano dijo: --Vamos a orar a Dios, pastor, para que no lo sea más desde este día. Y desde aquel día este miembro negligente se mostró más fiel a su pastor, a su iglesia, y a su Señor.
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TE
HABLA A TI EL SEÑOR
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Después
de mucho tiempo una señora volvió a ir al culto con su hijita.
Por causa de su trabajo no podía asistir a los cultos matinales; por eso
fue en la noche. El pastor habló
en esa ocasión acerca de la negligencia de
muchos en cuanto al cumplimiento de sus deberes cristianos: No leen la Biblia,
descuidan la asistencia a los cultos, etcétera.
La
niñita escuchaba atentamente el sermón y, cuando oyó que el pastor hablaba de
la incuria de muchos padres, se volvió a su madre y , confiada, le dijo: “¡Mamita!
¿Te habla a ti el pastor?” Estas palabras fueron un flechazo para el corazón
de la madre que permaneció callada. Esa
ingenua pregunta de su propia hijita fue para ella un sermón vivo y eficaz.
Sería conveniente que también nosotros tuviésemos a alguien que nos formulara esta pregunta mientas escuchamos el sermón de nuestro pastor. Sin embargo, tantas veces escuchamos el sermón de un pastor con el fin de criticar, o para oír al orador tras el sermón, o para oír por oír porque estamos con el reloj en la mano calculando el tiempo que tarda. Sí, es conveniente que nos preguntemos, a veces, durante el culto: “¿Te habla a ti el pastor?” O para ser más exactos preguntémonos así: “¿No te está hablando Dios a ti por medio del pastor?